jueves, 4 de noviembre de 2010

Laocoonte




Estamos antes una escultura en mármol, conocida como Laocoonte y sus hijos, perteneciente al período helenístico (s. III - I a.C.), y en concreto, a la Escuela de Rodas.

En esta obra podemos apreciar una intensa expresividad a través de los gestos de los personajes y la expresión de sus rostros. Este punto es característico del helenismo, que otorgaba un papel protagonista a las emociones humanas, alejándose así de la severidad de los rostros que encontramos en el período clásico. A diferencia del período clásico, en el que se consideraba que la belleza de las esculturas tenía como condición básica la serenidad, en el helenismo se considera la expresión y los sentimientos como algo digno de introducir en el arte.

Sin embargo, dentro del helenismo no todas las escuelas escultóricas le dan la misma importancia a este aspecto. Las escuelas de Atenas y Alejandría, con más peso de la tradición clásica, mantienen cierta relajación y serenidad en sus obras (por ejemplo, la Venus de Milo), mientras que las de Pérgamo y Rodas se decantan por la violencia y la expresividad.

Otro de los rasgos característicos del Laocoonte es la composición de grupo, característica de Rodas, y la inestabilidad y movimiento con que están dispuestos los personajes. Observamos cómo Laocoonte describe una fuerte diagonal y las distintas figuras se incurvan para evitar las líneas rectas. De hecho, el resultado es que la escultura ofrece diferentes puntos de vista y no está pensada, como en el clasicismo, para ser vista exclusivamente de frente.

Si la escultura clásica se caracterizaba por la utilización de un canon o regla de proporción como base de la belleza, en el helenismo esta norma empieza a cambiar y podemos observar así que Laocoonte aparece a escala mayor que sus hijos, presentando una clara perspectiva jerárquica, con la intención de dirigir hacia él nuestra atención y resaltar así la enorme angustia del personaje. Igualmente sus músculos están sensiblemente hipertrofiados para subrayar la tensión corporal y la lucha que está llevando a cabo con las serpientes.

A pesar de lo anterior, vemos cómo uno de los mayores logros del clasicismo, la idealización y la complacencia en las anatomías perfectas, continúa vigente en el helenismo. Observamos cómo Laocoonte, a pesar de ser un hombre maduro, muestra un cuerpo perfecto. Este realismo idealizado es una de las características definitorias del arte griego, a diferencia del romano, que sacrificará la perfección anatómica para lograr una mayor fidelidad en la representación, dando lugar al retrato.

La temática de la escultura es mitológica, y se basa en la historia de Laocoonte, un sacerdote troyano que se opone a la aceptación del caballo de Troya pese a ser un presente de los dioses, motivo por el que es castigado por éstos, que le envían una serpiente. la escultura muestra el momento del sufrimiento físico de la mordedura de la serpiente, pero también del sufrimiento moral de ver cómo  sus hijos están muriendo por su causa.

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